Libros en vacaciones

Puede ser porque escribo esta columna mientras me encuentro de vacaciones, o tal vez porque se acercan las vacaciones de invierno en nuestro país (Chile), pero quisiera compartir con ustedes un recuerdo/reflexión que tiene relación con una conversación que tuve con un gran amigo hace algunos años.

Importante es recordar que yo soy (y espero seguirlo siendo por siempre) de aquellos convencidos de que no existe tal cosa como las personas que "no les gusta leer", sino que más bien esas personas simplemente no han encontrado el o los libros correctos para su propio deleite.

Habiendo dicho esto vamos con la historia:
Hace algunos años, mientras conversaba con un gran amigo, salió el tema de los libros y la lectura y él me dijo justamente eso, que no le gustaba leer.
Ante eso suele activarse en mi una motivación especial de buscar cambiar esa idea pero siempre respetando y sin forzar nada que pueda empeorar el sentimiento hacia el libro. Hablamos un rato del tema, nada muy profundo y luego cambiamos a otros tópicos que no recuerdo ni vienen al caso.

La cosa es que más adelante en la conversación (o tal vez unos días después, no lo recuerdo exactamente pero da igual) mi amigo va y me dice que pronto se va de vacaciones y que le gustaría llevarse un libro, para lo que me pide ayuda.
Mi primera reacción fue de alegría obviamente porque disfruto mucho ayudando a encontrar las próximas lecturas, y disfruto el doble cuando es alguien cercano.

Pero rápidamente en mi cabeza apareció la siguiente duda: ¿Por qué alguien que dice no disfrutar de los libros habría de llevarse un libro a sus vacaciones? ¿Qué clase de masoquismo es ese donde te llevas algo que (supuestamente) no disfrutas al momento del año donde lo principal es disfrutar?

No solo me sentí aún más convencido de mi creencia ante esto, sino que también me hizo pensar en las ideas pre concebidas que mucha gente (mientras más lejanos al mundo libro, más ideas del tipo) tiene que los alejan de la posibilidad de adentrarse a este maravilloso mundo.

Las ideas más comunes con las que personalmente me he topado: los libros son fomes, los libros son caros, no hay tiempo para leer, los libros son para intelectuales/nerds/ratones de biblioteca. Todos prejuicios, en mi opinión, muy lejos de la realidad.

Lo he dicho antes y lo vuelvo a repetir: feliz los ayudo (yo o cualquiera de las y los libreros del equipo BROS) si no saben por dónde partir, pero no dejen de probar, explorar, disfrutar del libro.


Como mi amigo hay mucha gente, que sin siquiera darse cuenta sienten atracción por los libros aunque piensan que no les gustan.
Anímense, atrévanse.

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Fabio Costa C.
El Librero

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